La calidad del aire interior se refiere a la condición en la que debe estar el aire, tanto dentro como alrededor de las edificaciones, para poder garantizar la comodidad de sus ocupantes. Con el fin de reducir el riesgo de problemas de salud, es necesario conocer y controlar los contaminantes comunes de los espacios cerrados, motivo por el cual la primera medida consiste en una adecuada ventilación, ya sea natural o mecánica.
No obstante, ¿qué pasa cuando dicha medida no es suficiente? ¿Cómo es posible saber con exactitud cuál es la calidad del aire interior? Por medio del presente artículo, se aprenderá a evaluar la calidad, así como los factores que la determinan y los posibles riesgos.
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Evaluación de la calidad del aire interior
La contaminación del aire interior puede producirse en ambientes interiores tanto privados como públicos y, a pesar de que algunos contaminantes del aire interior provienen del exterior, la mayoría de estos son liberados dentro del mismo edificio, Debido a ello, es necesario que el usuario evalúe el aire que respira y determine su nivel de satisfacción.
Dicha evaluación se define a través del olfato y de las posibles molestias ocasionadas. En relación a tal aspecto, se estima que el ser humano es sensible a los efectos de medio millón de compuestos químicos, aproximadamente. Es así como, si existe un porcentaje de usuarios descontentos, se llega a la conclusión de que la calidad del aire es mala. De hecho, se habla del Síndrome del Edificio Enfermo cuando más del 20% de los ocupantes están insatisfechos por la mala calidad del aire que perciben y las molestias que este genera.
¿Cuáles son los principales factores que deterioran la calidad del aire interior?
Se tiene conocimiento de ciertas sustancias químicas emitidas por productos para el hogar que pueden irritar los ojos, la nariz y la garganta, así como de lo que puede causar la poca o nula ventilación. No obstante, existen también otros factores que pueden deteriorar la
calidad del aire interior, tales como:
- Los microbios, como el moho y los virus, que pueden motivar el desarrollo de asma y alergias.
- El radón, el cual se encuentra de forma natural en algunas regiones de Europa y, en ocasiones, puede provocar cáncer de pulmón.
- Los animales domésticos y los dañinos, como los ácaros del polvo, las cucarachas y los ratones, los cuales son importantes fuentes de alérgenos.
- Las partículas en suspensión, cuyos efectos pueden ser nocivos para la salud, especialmente para el sistema respiratorio.
- La humedad alta, que favorece la aparición de moho y ácaros del polvo, y la humedad baja, que produce irritación de ojos y sequedad en la piel y la nariz.
¿Cómo determinar si los contaminantes del aire interior suponen un riesgo para la salud?
1. Toxicidad y concentración de los contaminantes
El aire interior puede contener más de 900 compuestos orgánicos diversos además de partículas, microbios y alérgenos. Las concentraciones de dichos contaminantes dependen del tipo que sean, la velocidad a la que se emiten, cómo los absorben los diferentes materiales y cuánto se ventila el espacio. Cabe resaltar que los hábitos culturales también intervienen en la calidad del aire interior.
2. Exposición
Las personas pueden estar propensas a los contaminantes tanto directa como indirectamente, por lo que se deben considerar todas las vías posibles de exposición. La presencia de polvo, por ejemplo, puede implicar la exposición a otros contaminantes menos volátiles que se adhieren a sus partículas.
3. Relaciones entre exposición y reacción
Para evaluar el riesgo que representa un determinado contaminante es necesario saber cómo responde el cuerpo a diferentes concentraciones de tal sustancia, tanto a corto como a largo plazo. Para ello, se deben realizar observaciones a la salud de las personas que han estado expuestas. No obstante, cabe aclarar que los resultados de tales observaciones pueden no ser directamente aplicables al público en general.
4. Caracterización del riesgo
Durante la última etapa del proceso de evaluación se analizan todas las pruebas científicas recogidas y así se determina la probabilidad de que un contaminante en particular provoque una enfermedad.
Se puede decir, entonces, que la calidad del aire interior no solo depende de la exposición a diferentes contaminantes, sino también de la concentración de los mismos y del grado de ventilación del espacio. Debido a que su evaluación cae en manos de los usuarios y de su nivel de satisfacción, es necesario estar alerta ante cualquier malestar, ya que, en un principio, no se puede saber con exactitud el nivel de riesgo del contaminante. Lo más ideal, en todo caso, es contar con un proceso de desinfección y purificación, el cual permita evitar riesgos mayores y problemas de salud.
Los equipos de Nuvohla, por ejemplo, inactivan hasta el 99,99% de patógenos y contaminantes del aire y superficies, lo cual los convierte en los mejores aliados para dicha tarea.